Quiero ofrecerte algo muy mío, un instante en el tiempo que me arranca de este mundo y me hace sentir poderoso y libre, un paraíso tan sublime en el que puedo estar solo durante unos segundos a pesar de no ser digno, ese momento tan mío, tan íntimo, momento que quiero vivir contigo y que me lleves de tu mano, dónde se involucre algo más que éste cuerpo degradado, limitado y mortal, que se fundan nuestras esencias recordándonos porqué hemos sido creados, quiero que seas tú quien me lleve en cuerpo y alma y llevarte conmigo, quiero ofrecerte todos estos instantes desde éste momento hasta mi último respiro, no pido nada más, no quiero nada más, que seas tú la causa de esa libertad y ese poder momentáneo, quiero que seas tú quien me desgrane ese paraíso, quiero ofrecerte esto que valoro tanto que no los pido vivir con nadie más ni para nadie más, quiero que seas la dueña de mis orgasmos.

Sabes bien que desde que te ganaste un lugar en mi vida no te sentirás completa porque parte de ti se queda conmigo.

Dijo Mario Benedetti: "Todos necesitamos alguna vez un cómplice, alguien que nos ayude a usar el corazón" y quisiera que tu fueras mi cómplice, quiero aprender a sentir, aprender a tener miedo a perderte, aprender a perder el miedo a perderte, a saber que no serás mía para siempre, que no serás mía todo el tiempo que estes conmigo, aprender a amarte como lo deseas, aprender a que me ames como tu puedas, que me enseñes a usar mi cuerpo con el tuyo de la mano con el corazón, quiero aprender a decirte que tu cuerpo me excita y que necesito llevarte a la cama sin que te ofendas y que accedas, quiero aprender a usar mi corazón contigo y para ti.

Recuérdame en lo oculto de tu esencia, cuando nadie te ve, cuando nadie te toca, cuando el roce de esa gana en tu imaginación te erice el cuerpo, cuando ni morderte los labios basta, cuando ni una ducha fría complace, recuérdame en esa soledad que te niega ese abrazo y ese beso, recuérdame en la humedad, que prefiero tenerte cuando te da la gana a quedarme con la gana de tenerte, recuérdame.

No sé si sea prudente, ni sea oportuno, pero eso si, ten la certeza que es honesto, pero te cuento que anhelo mucho verte pronto, volver a abrazarte, reír contigo, que me recorra por todo el cuerpo la emoción de sentirme a tu lado, que me sientas enamorado, que seas mi princesa, mi amada, que te diviertas verme sufrir con tanto beso frustrado que solo queda en mis labios, quiero dormir con el arrullo de tu aroma de ese fuerte abrazo de despedida con sabor a una nueva cita.

El problema no es que yo te quiera, no es que tu no me quieras, no es que tu me olvides, no es que yo te busque, no es que por cortesía me respondas, no es que me alegre al saludarte, no es que no me veas como opción, no es que yo te vea como principal opción, el problema es que por ser quien eres es que te quiero y que yo no pueda dejar de quererte.

No me culpes si mi mirada se pierde en tu escote, en el ruedo de tu falda, en las bolsas traseras de tus jeans, si el movimiento de tu cadera se lleva de la mano a mi imaginación a esos lugares donde tu pudor no admite que tu instinto te eriza... sé muy bien que eres más que eso y que tu verdadero valor reposa en todo aquello que ha provocado que mi corazón se alegre con solo leer tu "hola", pero no me culpes por que bien sabes que solo tu aroma hace que mi cuerpo reaccione en contra de mi voluntad, aunque debo reconocer que cuando se trata de ti mi cuerpo y mi volutad coinciden.

Creo que el amarte lo debo hacer como se le debe amar al Quetzal o la Monja Blanca, por que nadie puede tener un Quetzal en su casa, mimarlo y darle lo que uno quiere, uno solo se tiene que limitar a darle su espacio de vuelvo, su habitat natural y dejarlo ser, o como a la Monja Blanca que uno debe limitarse a amarla el poco tiempo que la tiene uno a la vista y luego cuidarla hasta que vuelva a darnos el honor de compartir su belleza.

Quiero creer que entre nosotros hay un "tal vez", que estamos en un punto y coma o puntos suspensivos, me resisto a creer en un punto final.

No trates de devorarte mi vida en respuestas largas a 2 o 3 preguntas, déjame al menos la oportunidad de encontrar la manera creativa de mostrarte quién soy con sorpresa en tiempos compartidos, por que así como un poema no son las palabras escritas sino lo que hace sentir y la música no es una partitura sino lo que se escucha, así tanto tú como yo no somos lo que decimos ser, somos lo que nos damos el uno al otro, por que es lo que nos nace.