martes, 4 de septiembre de 2018

Te esperé en mis soledades, desde que te reencontré en mi intimidad luchaba contra mis complejos y miedos y en tu compañía mostraba lo que consideraba desde el conocimiento de mí mismo lo mejor que soy, cosas que otras personas no conocen de mí aunque hayan intentado merecer conocerlo. Intenté apostar lo más valioso que tengo que es mi futuro a tu nombre, estaba convencido que en ti encontraría una felicidad mayor que la que me brinda la soledad en su eterna fidelidad. Sin que tú lo supieras te brindé una fidelidad que ni pedías ni merecías sabiendo que muchas personas esperan exclusividad desde que uno lucha por ellas, esa misma exclusividad piden sin estar dispuesta a darla. Ingenuamente me esforzaba para ser digno de merecerte, dispuesto a cambiar para encajar en tu vida y así ser parte de ti sin pedirte que cambiaras nada de ti ni en ti y tal vez ese fue mi error… darte más valor del que querías tener en mi vida… pero hoy me doy cuenta que no mereces que haga algo para merecerte, y no porque no considere que no valgas la pena, sino porque no pude ni puedo ni podré ser alguien que no soy, porque todo lo mejor de mí no alcanza para llenar todo tu vacío ni aliviar todo tu dolor y si no estás dispuesta a recibir lo mejor de mí tampoco estarás dispuesta a soportar lo peor de mí. (DQ)