viernes, 19 de septiembre de 2014

Aún con el cañón de la pistola en la boca, con la mano temblorosa en el gatillo, recordaba aquella mañana nublada de septiembre cuando entraba en aquel hotel a las faldas del volcán, con toda una facha de indigente y la encargada del hotel, con gesto poco amable, le preguntó:
– A quién busca?
Y él solo atinó responder:
– A mí.
En ese entonces no sospechaba lo que eso implicaba… y al mismo tiempo que apretaba los ojos haló el gatillo.

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