Al
contemplar tu ternura hecha mirada, ese pétalo de rosa hecho tu piel,
la belleza plena de tu rostro no me queda más que agradecerte por
convertir mis latidos en una oración de agradecimiento a Dios por varias
cosas, entre ellas el crearte, el hacerme coincidir contigo en éste
tiempo y éste espacio, el hacerme sentir que estoy vivo y por tener el
gusto de contemplarte por que vale la pena vivir.
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